Las alegrías ordinarias y la Alegría Eterna
(Lucas 10, 17-24) «¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron»
(Lucas 10, 17-24) «¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron»
(Mateo 11, 25-30) «Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón»
(Marcos 10, 13-16) «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. En verdad os digo que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él»
La gran enseñanza de la Doctora de la Iglesia, Santa Teresita del Niño Jesús, condensada en las explicaciones del P. Antonio Royo Marín O.P. sobre la «infancia espiritual del cristiano». Infancia que está asociada a la humildad y que consiste en «reconocer la propia nada ante Dios y ante los hombres, en regocijarse de verse pequeño e impotente, para que brille únicamente en nosotros la misericordia de Dios».
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