El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que «la pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira».
La liturgia ha unificado en este día, con categoría de fiesta, la veneración de los Arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Sus nombres hacen referencia a sus funciones de intermediarios entre Dios y los hombres, así como ejecutores de sus órdenes y transmisores de sus mensajes.
El 13 de julio de 1917, la Virgen de Fátima mostraba a los tres pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta, en la Cova da Iria (Portugal), una visión del infierno y las trágicas consecuencias que trae la falta de arrepentimiento a quienes no se convierten. «Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores» le dijo la Madre de Dios. Entonces, ¿Conviene hablar del infierno?
Cada alma está encomendada a la custodia de un ángel, y ese ángel de la guarda acompaña en el camino de la vida a toda persona para ayudarla a rechazar la tentación y a aceptar las mociones del Espíritu Santo.
Un hombre que durante 6 años fue agredido por el diablo, cuenta cómo el exorcista Gabriele Amorth le libró de la posesión. De por medio, ayuno y oración para ayudar a la liberación demoníaca.
«Yo, la Hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del Infierno, para poder hablar a las almas sobre esto y para poder dar testimonio de su existencia. He recibido el mandato de Dios de dejarlo por escrito». Una experiencia aterradora narrada en primera persona por Sor Faustina Kowalska para que seamos conscientes de las consecuencias de nuestras acciones.
«Él ha enviado a sus ángeles para cuidarte en todos tus caminos. Ellos te sostendrán en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra»” (Salmo 91,11s). Los ángeles son nuestros amigos, son los seres espirituales que Dios nos ha dado para orientarnos hacia la santidad.
Muchos cristianos han reducido los mandamientos de Dios a no matar y a no robar, olvidándose de que existen otros mandamientos, pues el demonio ha conseguido hacernos creer que no tenemos ningún pecado, la conclusión siguiente es creernos ya salvados. ¡Qué mentira tan grande! ¿Cómo hemos sido capaces de caer en esa trampa?
Existió una caída de los ángeles, estos ángeles malos promoviron el pecado y el mal, y el hombre fue seducido por ellos.
