No acusemos pecados ajenos sin estar arrepentidos de los nuestros
(Juan 8, 1-11) «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra»
(Juan 8, 1-11) «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra»
(Juan 7, 40-53) «Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?»
(Juan 7, 1-2. 10. 25-30) «Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado»
(Juan 5, 31-47) El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante, ni tampoco tenéis su palabra morando en vosotros, puesto que no creéis a quien Él envió.
(Juan 5, 17-30) «En verdad, en verdad, os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Éste hace, el Hijo lo hace igualmente»
(Juan 5, 1-3. 5-16) Díjole Jesús: «Levántate, toma tu camilla y anda». Al punto quedó sanado, tomó su camilla, y se puso a andar.
(Juan 4, 43-54) Y el padre reconoció que ésta misma era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él, y toda su casa.
(Lucas 15, 1-3. 11-32) El padre dijo a sus servidores: «Pronto traed aquí la ropa, la primera, y vestidlo con ella; traed un anillo para su mano, y calzado para sus pies; y traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta: porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado».
(Lucas 18, 9-14) El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, compadécete de mí, el pecador»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Mateo 5, 17-19) «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento»
(Lucas 1, 26-38) «No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios. He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado el Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su, reinado no tendrá fin»
(Mateo 18, 21-35) «Mal siervo, yo te perdoné toda aquella deuda como me suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, puesto que yo me compadecí de ti?»
(Lucas 4, 24-30) «En verdad, os digo, ningún profeta es acogido en su tierra»
(Lucas 13, 1-9) «¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante»
(Lucas 15, 1-3. 11-32) «[…] porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado»
(Mateo 21, 33-46) «… El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo»
(Lucas 16, 19-31) «Os digo: a todo el que tiene, se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado»
(Mateo 20, 17-28) Mas Jesús repuso diciendo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz, que Yo he de beber?»
(Lucas 2, 41-51) «Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia»