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Letanías Penitenciales para el tiempo de Cuaresma

Durante la cuaresma la Iglesia nos invita a meditar en nuestros en muchos pecados y a pedir perdón a Dios para alcanzar la gracia y la paz.
Letanías Penitenciales para el tiempo de Cuaresma

Compartimos estas Letanías Penitenciales para el tiempo de Cuaresma, para que podemos rezarla después del rezo del Santo Rosario, después de la Liturgia de las horas o durante nuestro tiempo de oración.

Letanías Penitenciales para el tiempo de Cuaresma

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Padre santo, que no quieres la muerte del pecador, ten misericordia de nosotros.
Tú que diste la Ley a Moisés, ten misericordia de nosotros.
Tú que custodiaste a Daniel en el foso de los  leones, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste a los ninivitas que a ti clamaban, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste el pecado de David penitente, ten misericordia de nosotros.
Tú que hiciste hallar gracia a los ojos del rey a Ester, que intercedía por su pueblo, ten misericordia de nosotros.
Tú que recibes paternalmente al hijo pródigo que vuelve a ti, ten misericordia de nosotros.
Tú que nos concedes este tiempo de gracia y de perdón, ten misericordia de nosotros.
Tú que eres compasivo y misericordioso con los que te invocan, ten misericordia de nosotros.

Hijo de Dios, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Señor Jesús, mesías prometido en la Ley, ten misericordia de nosotros.
Anunciado por los profetas, ten misericordia de nosotros.
Deseado por los justos, ten misericordia de nosotros.
Anhelado por las naciones, ten misericordia de nosotros.
Enviado al mundo por el Padre, ten misericordia de nosotros.
Tú que te manifestaste en el templo a la anciana Ana, que perseveraba en tu servicio con ayunos y súplicas, ten misericordia de nosotros.
Tú que al anciano Simeón permitiste irse en paz después de encontrarse contigo, ten misericordia de nosotros.
Tú que ayunaste cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, ten misericordia de nosotros.
Tú que hiciste volver justificado al publicano que no se atrevía a levantar los ojos del suelo, ten misericordia de nosotros.
Tú que prometiste una fuente de agua viva a la samaritana, ten misericordia de nosotros.
Tú que acogiste con clemencia la oración de la mujer cananea, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste el pecado de la mujer adúltera, ten misericordia de nosotros.
Tú que recibiste a publicanos y pecadores, y comiste con ellos, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste muchos pecados a la pecadora, porque amaba mucho, ten misericordia de nosotros.
Tú que miraste con amor a Pedro, que te había negado tres veces, ten misericordia de nosotros.
Tú que abriste las puertas del Paraíso al ladrón arrepentido, ten misericordia de nosotros.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.
De todo mal, líbranos Señor.
De todo pecado, líbranos Señor.
De un corazón duro y perverso, líbranos Señor.
De toda costumbre malvada, líbranos Señor.
De toda pasión desordenada, líbranos Señor.
De toda aspereza de costumbres, líbranos Señor.
De toda malicia e indolencia, líbranos Señor.
De una mala y eterna muerte, líbranos Señor.
Por tu bautismo y tu retiro en el desierto, líbranos Señor.
Por tus trabajos y dolores, líbranos Señor.
Por la sentencia de muerte dictada contra ti, líbranos Señor.
Por tu pasión y por tu muerte en la cruz, líbranos Señor.

Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que seas indulgente con nosotros, te rogamos, óyenos.
Para que nos concedas la verdadera conversión, te rogamos, óyenos.
Para que, con tu gracia, nos arrepintamos de nuestros pecados, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes dirigir a ti todas nuestras acciones, te rogamos, óyenos.
Para que purifiques y protejas de todo mal a tu Iglesia, te rogamos, óyenos.
Para que santifiques y aceptes con agrado nuestras prácticas cuaresmales, te rogamos, óyenos.
Para que mires nuestra humildad y nos trates con misericordia, te rogamos, óyenos.
Para que nos colmes de tus bienes, te rogamos, óyenos.
Para que nos hagas coherederos de tu reino, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo del Dios vivo, te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Padrenuestro…

V. Entre el vestíbulo y el Altar, lloraban los sacerdotes, ministros del Señor.
R. Perdona, perdona a tu pueblo, Señor.
V. Señor, no nos trates según nuestros pecados.

R. Ni nos pagues según nuestras culpas.
V. Señor, no recuerdes nuestros antiguos crímenes.

R. Ni nos retribuyas de acuerdo con nuestros delitos.
V. Ayúdanos, Dios, Salvador nuestro.

R. Y líbranos, por la gloria de tu Nombre.
V. Senos propicio, Señor, a causa de nuestros pecados.

R. Por tu Santo Nombre.
V. Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

Oraciones
Dios Omnipotente, perdona a los penitentes, escucha a los que te suplican y danos los beneficios de tu  misericordia, para que los ayunos de los que invocan tu Nombre y lloran sus crímenes, obtengan de tu clemencia remedio de alma y cuerpo y vean cumplida tu promesa de la eterna felicidad de los que te son fieles. 
Dios, que maravillosamente creaste al hombre y lo has redimido aún más portentosamente, concédenos luchar contra todo pecado y servirte con sincero corazón.
Te rogamos, Señor, que escuches clementemente las oraciones de tu pueblo, para que los que con razón nos afligimos por nuestros pecados, seamos misericordiosamente librados de ellos por la gloria de tu Nombre.
Custodia con continua piedad a tu familia, para que con tu protección se vea libre de las adversidades y ofrezca a tu nombre el homenaje de las buenas obras.
Dios, que no quieres la muerte sino la penitencia del pecador, restaura benigno la fragilidad de la condición humana, para que, perdonadas nuestras faltas por tu gran misericordia,  podamos  servirte  piadosamente y alcanzar los premios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo…


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia divina, descansen en paz.

R. Amén.



Una versión resumida del ritual del siglo XVII para liturgia estacional durante la Cuaresma, adaptada por el Padre Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

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