El examen de conciencia
(Lucas 14, 25-33) «Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo […]»
(Lucas 14, 25-33) «Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo […]»
(Lucas 12, 32-48) «[…] Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más»
Es importante tener presente que es Dios mismo, a través del poder que otorgó a sus sacerdotes, quien perdona nuestros pecados cuando realizamos una confesión bien hecha.
El amor desordenado de nosotros mismos lleva a la muerte, según dice el Señor: “El que ama (desordenadamente) su alma, la perderá; mas el que la aborrece (o mortifica) en este mundo, la conserva para la vida eterna” (Juan 12, 25).
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