¡No robes la gloria de Dios!
(Mateo 21, 33-46) «… El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo»
(Mateo 21, 33-46) «… El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo»
(Mateo 25, 31-46) «Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna»
(Marcos 8, 34–9, 1) «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga»
(Mateo 17, 10-13) «[…] Yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos»
(Lucas 19, 1-10) «Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que Yo me hospede en tu casa»
(Marcos 12, 1-12) Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Venid, matémoslo, y la herencia será nuestra»
(Juan 1, 43-51) «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»
(Mateo 24, 42-51) «¡Feliz el servidor aquel, a quien su señor al venir hallare obrando así! En verdad, os digo, lo pondrá sobre toda su hacienda»