Leer y meditar las Escrituras
(Juan 14, 1-6) «No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros[…]»
(Juan 14, 1-6) «No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros[…]»
(Juan 10, 11-18) «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas»
(Juan 10, 1-10) «[…] Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia»
(Juan 11, 1-45) «Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá»
(Lucas 11, 14-23) «Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las muchedumbres estaban maravilladas»
(Marcos 8, 27-33) «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le respondió: «Tú eres el Mesías». Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.
(Mateo 5, 13-16) «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? Para nada vale ya, sino para que, tirada fuera, la pisen los hombres»
(Marcos 1, 7-11) Se oyó entonces una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias»
(Mateo 2, 13-15. 19-23) «Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya murieron los que intentaban quitarle la vida al niño»
(Juan 5, 33-36) «[…] las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre»
(Lucas 7, 24-30) «Es aquel de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer»
(Lucas 7, 19-23) «Volved y anunciad a Juan lo que acabáis de ver y oír: ciegos ven, cojos andan, leprosos son limpiados, sordos oyen, muertos resucitan, a pobres se les anuncia la Buena Nueva. Y ¡bienaventurado el que no se escandalizare de Mí!»
(Mateo 21, 28-32) «En verdad, os digo, los publicanos y las rameras entrarán en el reino de Dios antes que vosotros»
(Mateo 21, 23-27) «Yo también quiero preguntaron una cosa; si vosotros me la decís, Yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?»
(Mateo 11, 2-11) «[…] Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él»
(Mateo 3, 1-12) Este es de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: «Voz de uno que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas»
(Mateo 24, 37- 44) «Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Comprended bien esto, porque si supiera el amo de casa a qué hora de la noche el ladrón había de venir, velaría ciertamente y no dejaría horadar su casa».
(Lucas 19, 1-10) «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido»
(Lucas 18, 9-14) «[…] porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido»
(Lucas 18, 1-8) «[…] ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar»