Todas las horas son buenas para el apostolado
(Mateo 20, 1-6) «¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?»
(Mateo 20, 1-6) «¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?»
(Mateo 19, 23-30) «[…] Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna»
(Mateo 19, 13-15) «Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos»
(Mateo 18, 1-5. 10. 12-14) «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo»
(Mateo 13, 47-53) «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas»
(Mateo 13, 44-46) «También, el reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Mateo 13, 31-35) «Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo»
(Mateo 13, 44-52) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
(Mateo 13, 44-52) Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo».
(Mateo 13, 10-17) «[…] Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 13, 24-30) «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó».
(Mateo 10, 7-15) Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento.
(Mateo 11, 25-30) «Por aquel tiempo Jesús dio una respuesta, diciendo: «Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubres estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelas a los pequeños».
(Mateo 5, 20-26) «Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos»
(Marcos 10, 17-27) «Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme»
(Marcos 10, 35-45) «[…] Porque también el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos»
(Marcos 10, 35-45) Pero Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o recibir el bautismo que Yo he de recibir?»
(Marcos 10, 17-30) «Una cosa te queda: anda, vende todo lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; despues, vuelve, y sígueme, llevando la cruz»
(Mateo 5, 20-26) «Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos»
(Marcos 1, 14-20) Díjoles Jesús: «Venid, seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres». Y en seguida, dejando sus redes, lo siguieron.
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