Superstición: Deformación del sentimiento religioso
La superstición es la deformación del sentimiento religioso que ofende a Dios. ¿Quiénes caen en superstición? Aquellos que atribuye a cosas poderes que solo le pertenecen a Dios.
La superstición es la deformación del sentimiento religioso que ofende a Dios. ¿Quiénes caen en superstición? Aquellos que atribuye a cosas poderes que solo le pertenecen a Dios.
Mi vida familiar, mi trabajo, mis negocios han de glorificar a Dios. Alaba el sol a Dios con su esplendor. La estrella, con su brillo. El pájaro, con sus cantos. La flor, con su perfume. ¿Y el hombre? El hombre debe alabarlo con una vida en todo de acuerdo con la santísima voluntad de Dios.
¿Realmente no tenemos tiempo? Tenemos tiempo para lo que queremos, pero no para hacer una parada y dedicar quince minutos a la oración, para ver cuál es el sentido profundo de todo lo que hago.
«Yo soy el Señor Dios tuyo», se desprende que yo soy criatura suya. ¡Y qué pequeño soy ante Dios! La oración, el diálogo con mi Creador, es para mí un deber y una necesidad, un honor y un privilegio.
No hemos de adorar a los ídolos, sino al Dios verdadero. Cumplamos de verdad el primer Mandamiento de su santa Ley: Yo soy el Señor Dios tuyo.
¿Sabéis quién ama de veras a Dios? El que, llamado por Dios en cualquier momento del día, en medio de cualquier ocupación, está preparado.
Lo que vale una Misa lo expresa el padre Royo Marín, O.P., diciendo: «Una sola misa glorifica a Dios más que toda la gloria que le dan todos los santos del cielo, incluida la Santísima Virgen, por toda la eternidad».
La santificación del domingo busca un doble objetivo: dar al cuerpo fatigado el debido descanso y procurar al alma, también cansada, la alegría y el refrigerio necesario. ¡Renovación corporal y espiritual! Tal sería la santificación digna del día del Señor.
¡Acuérdate de santificar el día del Señor! El Descanso Dominical, un día dedicado a Dios. Hemos de agradecer a Dios que en medio del curso agitado de la vida nos haya obligado al descanso del séptimo día. ¡No nos pese el perder un día de trabajo! ¡No nos pese el dinero que dejamos de ganar los domingos!
Si consideramos que la Santa Misa es la renovación incruenta del sacrificio de la cruz, comprenderemos sin esfuerzo por qué la Iglesia obliga a sus fieles a participar de la misa entera todos los domingos y días festivos.
«Si quieres», puedes alcanzar la vida eterna. ¿Puedo no quererlo? ¿Puedo pasar la vida mortal sin acordarme de la vida eterna?
¿Qué quiere, pues, el Decálogo? Que tengamos mirada católica, oído católico, lengua católica, manos católicas, pies católicos y corazón católico. ¿Queremos vivir? ¿Deseamos aquí abajo una vida tranquila y feliz? Para ello no hay otro camino que el que señaló el Señor: el cumplimiento de la Ley de Dios.
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