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San Cayetano y su gran confianza en la Divina Providencia

San Cayetano es considerado el santo patrono de los que buscan aumentar su fe en la divina Providencia. Predicó con fuerza la doctrina, se preocupó por el cuidado de los enfermos y la restauración el uso frecuente de los sacramentos. Este santo, se destacó por su gran confianza en la Providencia Divina en todos los apostolados que realizaba.

Con informaciones de Corazones.org

El oficio litúrgico afirma que San Cayetano, por su infatigable celo, mereció ser llamado “cazador de las almas”. El pueblo cristiano lo invoca con el título de “Padre de la Providencia”, porque su intercesión es muy eficaz para que las familias e individuos obtengan los dones de la Providencia Divina.

San Cayetano fue un presbítero italiano, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos. Se le conoce como Santo de la Providencia y Patrono del pan y del trabajo. Cayetano perteneció a una familia noble, y cuentan las crónicas de su vida que su madre lo consagró a Jesús antes de nacer, por eso se llama Cayetano de santa María.

San Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza. Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506, pues decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. El santo ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas.

El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera Misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.

La Eucaristía

Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. El santo solía decir: “No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza”.

La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. Y la corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: “Cristo espera, ninguno se mueve”.

Recibe en los brazos al Niño Jesús

En la noche de Navidad de 1517, cuando San Cayetano rezaba junto a la reliquia del pesebre que se venera en la Basílica de Santa María Mayor, en Roma, Nuestra Señora se le apareció con el Niño Jesús recién nacido en los brazos, acompañada de San José y San Jerónimo, habiendo confiado al Divino Infante en los brazos de Cayetano. Este hecho es relatado por el propio santo a Sor Mignani, en carta del 28 de enero de 1518. Tal aparición se repitió en las fiestas siguientes de la Circuncisión y de la Epifanía. Por eso San Cayetano es representado siempre con el Niño Jesús en los brazos. ¡Qué pureza virginal y qué limpieza de alma debía tener para recibir tal privilegio!

Fundador

San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles. La llamaron “Ordo Regularium Theatinorum” o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de “Teate Marrucinorum” ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero. Su ideal será: Imitar la vida de los Apóstoles, tratando de ensamblar la vida contemplativa con la activa mediante un gran vida de austeridad y ardor apostólico.

Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Que aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.

Se quedó en Nápoles donde había más trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.

Años más tarde, ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él. A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes.

Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente”.

Tuvo una gran confianza en la Providencia Divina

Los miembros de su orden solían repartir todos sus bienes entre los más pobres, al punto de muchas veces quedarse sin que comer. Un día San Cayetano se acercó hasta el altar y dio unos pequeños golpes a la puerta del Sagrario donde estaban las Hostias consagradas, y con mucha confianza le dijo al Señor: “Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer”. Luego de un momento unas mulas llegaron con alimentos, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.

Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: “Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero”. Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547 y fue en 1671 fue proclamado santo por el papa Clemente X.

Oración a San Cayetano

Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades: acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.

(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)

Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios, que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo, me dará las demás cosas por añadidura. Amén.

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