Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?»
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?»
Los pueblos tienen su bautismo solemne y la ciudad que dio origen a nuestro pueblo, recibió el suyo el día 15 de agosto de 1537, cuando Juan de Salazar y Espinoza fundaba oficialmente la Casa Fuerte «Nuestra Señora de la Asunción».
La fiesta de la Asunción de la Virgen a los cielos debe llenarnos de una profunda esperanza.
Luego de que concluyera la obra redentora de Nuestro Señor en la tierra, la Santísima Virgen María no quedó dormida en el sueño profundo de la muerte, sino que fue llevada en cuerpo y alma al cielo. Un episodio que debe llenarnos de alegría, pues es para nosotros una señal esperanzadora, ya que si somos fieles y pacientes como lo fue María, nuestra residencia también será el cielo.
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