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De Edith Stein a Benedicta de la Cruz. Una judía conversa

Fascinada por la vida de Santa Teresa de Jesús, Edith Stein, va en búsqueda de la verdad y la encuentra. Su testimonio de conversión, su lucha por defender la dignidad de la mujer y sus escritos son una referencia para la vida cristiana del mundo de hoy.
De Edith Stein a Benedicta de la Cruz. Una judía conversa

Por Fidel García

Abordar la personalidad de esta mujer excepcional, que es Edith Stein, en unas breves líneas, es muy complicado, porque nos encontramos ante una mujer que tiene muchas dimensiones: judía, universitaria, pedagoga, filósofa, sufragista: una mujer que se adelantó a su tiempo luchando por la emancipación y, por la dignidad la mujer en un mundo dominado por los varones que impedían, incluso, el ingreso de la mujer como profesora universitaria. En la lectura del libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, descubrió la Verdad, su gran pasión, desde un primer ateísmo juvenil: entró en la  Iglesia Católica, con gran oposición de su madre una judía devota y ortodoxa.

Edith Stein, Carmelita Descalza, Teresa Benedicta de la Cruz, fue una brillante comentarista de San Juan de la Cruz, en una  obra excepcional la Ciencia de la Cruz. Murió en Auschwitz, el 9 de agosto de 1942 después de una persecución terrible.

“Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy…; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios”. Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1 de mayo de 1987.

Este Papa fue un gran admirador de la monja Carmelita, y luego la declaró Patrona de Europa en 1999. Cualquiera de las dimensiones de esta mujer excepcional daría materia abundante para escribir largo y tendido de esta pensadora excepcional. Una faceta muy importante poco conocida es su defensa de la mujer. Vivimos tiempos confusos dominados por la llamada ideología de género con su visión tan negativa de la mujer y su feminidad, que parece un tsunami que siembra la confusión y el caos.

A Edith Stein la situación de la mujer en su tiempo le preocupó mucho, denunciando la visión de la ideología nazi que veía en la mujer una persona sumisa y sin proyección social. Visión romántica y puramente biológica. Para Edith Stein, la mujer debía estar abierta al mundo profesional en todas sus dimensiones. Fue una ilustre pedagoga, filósofa, psicóloga y teóloga. Ambos sexos, la mujer y el varón tienen la misma dignidad, los mismos derechos y las mismas obligaciones. Fundamenta esta igualdad en el relato bíblico del Génesis, donde se rechaza expresamente que el hombre sea el dueño y dominador de la mujer; todo lo contrario, es la compañera del varón, y ambos deben hacerse una sola carne. La especia humana, según su antropología fenomenológica y teológica, se conforma en dos sexos no excluyentes, sino complementarios, ninguno de los dos es autosuficiente porque ambos se necesitan para existir como personas inteligentes y libres. Durante su vida civil hasta que ingreso en el Carmelo se convirtió en referente y portavoz de la emancipación femenina. La mujer, teniendo en cuenta su constitución física y psíquica, es capaz de desempeñar todas las profesiones, pero según su especificidad. Aporta realismo y emoción a todas las profesiones y en todas las circunstancias importantes de la vida, sin renunciar a su feminidad.

La inquietud intelectual llevó a Santa Teresa Benedicta de la Cruz a entregarse por completo a la filosofía, con una actitud de cierta indiferencia por la religión, en las universidades de Breslau y Gottinga –donde entra en contacto con Edmund Husserl y conocerá también a Max Scheler–.

1. La búsqueda de la verdad

Su estudio de la filosofía, de las humanidades o de la historia forma parte de una vida unificada, aunque su bautismo –«retorno a Dios», dirá en alguna ocasión– no llegará hasta enero de 1922. Para ella su paso por diferentes universidades y su acceso a la docencia y a la investigación… forma un todo con lo que vivirá tras su conversión. «Mi anhelo por la verdad era ya una oración», escribió uniendo la mística con el estudio riguroso.

La conversión, la reconciliará con su tradición, aunque desde una heterodoxia para muchos. Cuando en casa dijo: «Mamá, soy católica» , ambas se pusieron a llorar. Entonces, Hedwig Conrad-Martius –otra de las pensadoras de la escuela fenomenológica– escribió: «Mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño». Interreligiosidad en camino y ecumenismo de sangre.

2. Reconocer el potencial

«Tía Edith, ¿qué es la “nemofología”?», preguntó la pequeña. «He tratado de explicarle que es esto tan famoso de la fenomenología, pero creo que la he confundido mucho más de lo que ya estaba», interviene el padre entre risas de la filósofa. «¿Estás completamente segura de querer saber qué es eso de la “fenomenología”?», propone entonces ella a su risueña sobrina mientras la lleva al otro lado del salón junto al piano. «Ves este piano, por el momento solo es una mueble más en el que puedes poner encima unas cajas de galletas y solo se convierte en aquello para lo que ha sido creado cuando abro la tapa y me pongo a tocar. Es su potencial oculto el que le da la vida. Pero, ¿quién lo hace vivir? Yo, porque sé que se puede producir música con él. Sin mi consciencia y tu consciencia, este pobre piano estaría condenado a permanecer siempre como una estantería para dejar las galletas».

Este es el diálogo con el que Edith Stein se despide de toda su familia cuando la situación empieza a complicarse para los descendientes de hebreros en la película «La settima stanza» (La séptima morada, dirigida por Marta Meszaros en 1995). Es capaz de explicar a una niña el sentido profundo de la fenomenología. En esa misma escena Edith le cuenta a los suyos que tiene la invitación de una universidad americana por seguir trabajando con seguridad… sus caminos serán otros. La filosofía, sin embargo le ayudará a comprender la fuerza de la cruz, a hacer de la fragilidad, testimonio de Dios –como se dice de los mártires–.

«Toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana»

3. El reto de ser mujer

Edith Stein vivió un estilo particular de feminidad y feminismo, sin reducciones ni exclusiones de los demás, tras haber militado inicialmente en su época estudiantil en el feminismo radical. Para ella, «el alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano». Entre sus temas de estudio está también la cuestión de la mujer, como ha quedado patente en el libro «El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional». Allí escribió que «ser madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo».

La feminidad está más allá de la maternidad, por eso en «El ethos de las profesiones femeninas» dejó dicho que toda profesión «en la que el alma de una mujer es dueña de sí misma y que puede ser realizada por el alma de una mujer es auténtica profesión femenina».

También en lo referente a la vida espiritual, defendió que «toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana». También Edith denunciará la actitud pasiva de la mujer dentro de la Iglesia. «La Iglesia nos necesita, es decir el Señor tiene necesidad de nosotras. Todo parece indicar que hoy llama el Señor a un gran número de mujeres para el ejercicio de tareas especiales en su Iglesia».

“El alma de la mujer está moldeada como un refugio donde otras almas puedan desarrollarse”

4. La intimidad con Dios

La primera vez que sintió curiosidad por el cristianismo fue al ver cómo una aldeana entraba a la catedral de Frankfurt con la cesta de la compra mientras recorría los puestos del mercado. Frente a lo que había observado en judíos y protestantes que acudían a la sinagoga o al templo durante el horarios de las celebraciones litúrgicas; ver que aquella sencilla mujer entraba en una iglesia en un momento cualquiera y era capaz de sumergirse en la intimidad de Dios en un rato de oración en la soledad del templo, la impresionó. «No he podido olvidar lo ocurrido», escribiría más tarde sobre esa experiencia.

Posteriormente empezaría a entrar en contacto con algunos creyentes, algunos discípulos del propio Husserl. En la bibliteca de la propia Hedwig Conrad-Martius encontrará la autobiografía de santa Teresa de Jesús que la llevará posteriormente al Carmelo, de hecho ella será su madrina en el bautizo.

Al propio filósofo reconocería después de su conversión que cada vez que hablaban de la fe, le hacía sentir «la imposibilidad de influenciar directamente», lo que provocaba en ella «que se agudizase el impulso hacia mi propio holocausto». El Nuevo Testamento o los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola serán su camino de perfección en sus primeros años como cristiana.

«Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella»

5. Una vocación contemplativa

Benedicta de la cruz - De Edith Stein a Benedicta de la Cruz. Una judía conversa

Tras unos años de espera, incertidumbre y esfuerzos –y ya con las leyes antijudías del nazismo en marcha– entrará en las carmelitas. Está dispuesta desde el primer momento a vivir su vida cristiana con radicalidad. «Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella», dijo nada más entrar. En el recordatorio de la profesión perpetua quiso que estuviera una significativa frase de san Juan de al Cruz: «que ya solo amar es mi ejercicio».

Una vocación contemplativa que siguió vinculada al estudio y a la investigación científica, escribiendo algunas obras. Se dedicará entonces a lo que llamó «la ciencia de la Cruz».

Precisamente en el Carmelo de Echt, cada 14 de septiembre, la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, las carmelitas renovaban sus votos y la priora ofrecía una reflexión que pidió a Edith que la escribiera. Tan profunda era, que lo hará durante todos los años de su permanencia en allí. «Tu Amor misericordioso, Amor del corazón divino, te lleva a todas partes donde se derrama su sangre preciosa, suavizante, santificante, salvadora. Los ojos del Crucificado te contemplan interrogantes, examinadores. ¿Quieres cerrar nuevamente tu alianza con el Crucificado? ¿Qué le responderás? ¿Señor, a dónde iremos? Solo tu tienes palabras de vida eterna», escribirá en una de esas ocasiones.

6. Su vida, síntesis de los dramas de un siglo

Esta particular expresión la utilizó Juan Pablo II en la celebración de la beatificación, que se celebró en Colonia el 1 de mayo de 1987. El papa polaco, que bien conocía la historia de la carmelita decía que «nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo».

En este sentido, señalaba que «la síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios». La síntesis de la cruz: «Una scientia crucis —ciencia de la cruz— solo se puede adquirir si se llega a experimentar a fondo la cruz», escribió.

El telegrama que Edith había enviado a la Priora de Echt antes de ser llevada a Auschwitz, contenía esta declaración: «No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, OH Cruz, mi única esperanza».


Ave Crux, spes unica
De los escritos espirituales de Santa Teresa Benedicta de la Cruz

«Te saludamos, Cruz santa, única esperanza nuestra». Así lo decimos en la Iglesia en el tiempo de Pasión, tiempo dedicado a la contemplación de los amargos sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo.

El mundo está en llamas: la lucha entre Cristo y el Anticristo ha comenzado abiertamente, por eso si te decides en favor de Cristo, ello puede acarrearte incluso el sacrificio de la vida.

Contempla al Señor que ante ti cuelga del madero, porque ha sido obediente hasta la muerte de Cruz.

Él vino al mundo no para hacer su voluntad, sino la del Padre. Si quieres ser la esposa del Crucificado debes renunciar totalmente a tu voluntad y no tener más aspiración que la de cumplir la voluntad de Dios.

Frente a ti el Redentor pende de la Cruz despojado y desnudo, porque ha escogido la pobreza. Quienquiera seguirlo debe renunciar a toda posesión terrena.

Ponte delante del Señor que cuelga de la Cruz, con corazón quebrantado; Él ha vertido la sangre de su corazón con el fin de ganar el tuyo. Para poder imitarle en la santa castidad, tu corazón ha de vivir libre de toda aspiración terrena; Jesús crucificado debe ser el objeto de toda tu tendencia, de todo tu deseo, de todo tu pensamiento.

El mundo está en llamas: el incendio podría también propagarse a nuestra casa, pero por encima de todas las llamas se alza la cruz, incombustible. La cruz es el camino que conduce de la tierra al cielo.

Quien se abraza a ella con fe, amor y esperanza se siente transportado a lo alto, hasta el seno de la Trinidad.

El mundo está en llamas: ¿Deseas apagarlas? Contempla la cruz: del Corazón abierto brota la sangre del Redentor, sangre capaz de extinguir las mismas llamas del infierno. Mediante la fiel observancia de los votos, mantén tu corazón libre y abierto; entonces rebosarán sobre él los torrentes del amor divino, haciéndolo desbordar fecundamente hasta los confines de la tierra.

Gracias al poder de la cruz puedes estar presente en todos los lugares del dolor a donde te lleve tu caridad compasiva, una caridad que dimana del Corazón Divino, y que te hace capaz de derramar en todas partes su preciosísima sangre para mitigar, salvar y redimir.

El Crucificado clava en ti los ojos interrogándote, interpelándote. ¿Quieres volver a pactar en serio con Él la alianza? Tú sólo tienes palabras de vida eterna. ¡Salve, Cruz, única esperanza!

RESPONSORIO
R. Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; * Pero para los llamados, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

V. El deseo de mi corazón y mi plegaria pidiendo su salvación suban hasta el Señor. * Pero para los llamados.

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2 comentarios en “De Edith Stein a Benedicta de la Cruz. Una judía conversa”

  1. María Antonia Flórez Peñaranda, Sogamoso Boyacá Colombia

    Gracias Dios Todopoderoso por la vida religiosa ejemplar de santa Teresa Benedicta de la Cruz.
    Te adoramos, oh Cristo, y te glorificamos, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
    Gracias Dios Todopoderoso por la más grande manifestación de amor, “Dar la vida por el perdón de nuestros pecados y por los pecados del mundo entero, por nuestra salvación”
    Gracias Señor, por mirarnos y abrazarnos con amor eterno e incondicional, y con tu infinita misericordia desde tu santa cruz.

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