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Lo que los padres deben y no deben hacer respecto de la vocación de sus hijos

Existen algunas actitudes que los padres de familia deben reconocer en sus hijos ante la aparición de algunos rasgos vocacionales. El P. Emvin Busuttil da a los padres algunas ideas sobre cómo deben comportarse si acaso alguno de sus hijos es llamado por Dios para su servicio. Si consideramos la vocación a la luz de la fe, es un honor para los padres de familia tener entre sus hijos a un escogido, uno que ha atraído sobre sí las miradas del Omnipotente.

LO QUE PODEIS Y DEBEIS HACER

Habéis de daros cuenta y examinar el caso para ver si es el hijo el que libre y conscientemente escoge el estado religioso y no más bien que sufra la influencia de algún Padre, de sus amigos o del ambiente. Cuando un hijo os dice que tiene el propósito de casarse con una muchacha soléis examinar el caso, pedís informaciones para ver si se trata de un verdadero amor o no más bien de intereses, si la muchacha está sana o no, si su familia está inmune de enfermedades o deshonor. Pues lo mismo aquí. Conocéis a vuestro hijo y pronto os daréis cuenta si es sincero o no.

Habladle con calma; sobre todo dejadle hablar y después ponedle vuestras dificultades, presentadle vuestros temores. Además, examinadle en su modo de obrar. Si veis que desde hace tiempo se ha hecho realmente más serio, más devoto, más asiduo a la iglesia, a los sacramentos, más obediente, delicado en el hablar, recatado en el guardarse, podéis ya empezar a sospechar que es algo real su vocación.

Pero si por el contrario os dais cuenta de que vuestro hijo os dice con la boca que quiere hacerse religioso y luego no comulga, no renuncia al cine, a ciertas amistades equívocas, contesta, está disipado todo el día… tenéis todo el derecho para pensar que no tiene vocación o que no entiende qué cosa sea el hacerse religioso.

Para dar un juicio exacto sobre una vocación se requiere un sacerdote o un religioso, y por eso, después de haberle probado vosotros, es muy bueno que le examine un sacerdote de virtud sólida, santo y desinteresado, en el cual tengáis plena confianza, y que a ser posible sea amigo de la familia.

Nadie niega que es muy duro para los padres tener que separarse del hijo y consagrarle a Dios en la vida religiosa

Finalmente no paséis por alto la cosa más importante: que es la de pedir luz a Dios para ver bien su divina Voluntad y fuerza para seguirla. Nadie niega que es muy duro para los padres tener que separarse del hijo y consagrarle a Dios en la vida religiosa. Si consideramos la vocación a la luz de la fe, es un honor para una madre tener entre sus hijos a un escogido, uno que ha atraído sobre sí las miradas del Omnipotente.

De hecho el esfuerzo de muchas madres no es el de impedir absolutamente la vocación del hijo sino el de retrasar cuanto pueden la fecha de la partida. Y precisamente el sacrificio consiste en eso, en que Dios impone la separación… antes del tiempo ordinario a todos los demás. Pero es un sacrificio necesario, porque Dios llama cuando quiere, Dios quiere el corazón fresco y sano.

LO QUE NO PODÉIS NI DEBÉIS HACER

1) Así como no podéis forzar al hijo o a la hija a hacerse religiosos si ellos no tienen vocación, de la misma manera no podéis impedirles que sigan la voz de Dios si veis que tienen verdadera vocación. Para el joven no es seguro que cometa pecado mortal si, aún sabiendo que tiene vocación, se niega a seguirla. Pero si él tiene vocación y quiere seguirla, quienquiera se lo impida, ciertamente, comete pecado mortal.

Dios ha creado al hombre libre y quiere que él ejercite su libertad en todo, pero especialmente en la elección de su estado y más cuando se trata de la vocación divina, porque en tal caso no sólo está en juego la libertad del joven sino la voluntad misma de Dios. Jesús dio a entender claramente que respecto a su vocación el joven no está obligado a obedecer a nadie y que ha de gozar de la máxima libertad. Cuando Él tenía doce años fue al templo con sus padres, pero después se quedó sin pedir permiso.

Vuestro hijo, pues, es enteramente libre y no depende de vosotros respecto de su vocación. Rigurosamente hablando, él podría hacer todos sus planes, examinar su vocación y partir sin deciros nada. El hecho de que los Padres espirituales y los superiores religiosos aconsejen al joven y con frecuencia requieran también que informe a los padres y que obtenga su beneplácito, no significa que quieran amortiguar o cambiar la doctrina del Evangelio y disminuir la libertad del muchacho, sino que lo hacen por deferencia y respeto hacia los padres para evitar disgustos y para someter al joven a esa prueba.

2) Otra cosa que de ninguna manera podéis hacer es la siguiente: exponer a vuestro hijo a la tentación y al peligro de pecar para destruir en su corazón toda idea de vocación. Así hicieron los hermanos de Santo Tomás de Aquino, al cual le encerraron en una celda de su castillo y después introdujeron una mala mujer para que le tentase y arrastrase al pecado impuro. Por gracia de Dios resistió y alejó de sí aquella fiera impúdica con un tizón ardiendo.

 Eso sería un verdadero delito y demostraría en los padres un ánimo bestial de un egoísmo repugnante y de una bajeza sin límites. Me acuerdo de lo ocurrido a un amigo mío. Quería hacerse jesuita, y apenas habló a su tutor éste pensó que le quitaría en seguida toda «locura» de vocación. Le haría viajar, le llevaría a los espectáculos más inmorales, le pondría en ocasiones equívocas y ya veríamos si continuaba queriendo hacerse jesuita. Dicho y hecho. Como meta del viaje escogió una ciudad fecunda en espectáculos obscenos y degradantes. Y todo eso… porque amaba al muchacho y quería quitarle aquella «chifladura».

Y el joven venció heroicamente. A la vuelta de su viaje me dijo: «¡Si supiera qué cosas tan feas y sucias me quería hacer ver! ¡Cuánto he tenido que rezar!». Después, viendo que todavía persistía en su idea de hacerse religioso, le echó de casa y por añadidura le desheredó, y así aquel joven pudo seguir el llamamiento de Dios. ¡Son verdaderas barbaridades!

La vocación es una gracia como todas las otras, que se puede perder como todas las demás

«Si realmente tiene vocación no la perderá». Ésta es la frase que se repite para justificar cualquier modo de proceder como si la vocación fuese un alma que desaparece con la muerte o una durísima montaña que no se puede partir ni siquiera con la dinamita. La vocación es una gracia como todas las otras, que se puede perder como todas las demás ; una gracia a la que se ha de corresponder, alimentar, guardar y defender, porque de lo contrario se pierde como se puede perder la caridad, la fe o la perseverancia en el bien.

3) Si veis que vuestro hijo tiene verdadera vocación, no podéis ni debéis retrasar inútilmente su entrada en el Noviciado. «No te digo que no; solamente quiero que esperes aún otro año». Esto equivale a decirle que no.

Vosotros pretendéis que vuestro hijo diga así al Señor que le ofrece su vocación: «Señor, ten paciencia, a mi mamá no le parece bien. Vuelve el año que viene y, si a ella le parece bien, yo te seguiré y haré tu voluntad». ¡Y de este modo pretendemos que Dios se someta a nuestra cómoda voluntad!

Por lo tanto, obligar al hijo a retrasar el día, quiere decir negarle el permiso y no querer que se haga religioso. Los ejemplos de jóvenes que de esta manera pierden la vocación no se cuentan, y sin embargo, están a la orden del día. Pero… decid la verdad: ¿Por qué queréis que espere vuestro hijo? ¿No es porque esperáis que en este espacio de tiempo él cambie de idea, y por consiguiente lo que en realidad pretendéis es un verdadero atentado para hacerle perder la vocación?

LA REALIDAD

En vez de mirar solamente el lado doloroso de la vocación miremos también los otros, para tener una idea real y exacta de lo que quiere decir tener un hijo religioso. Es un honor para vuestra familia el que Dios se haya parado precisamente delante de vuestra casa para escoger, del fruto de vuestro amor, a uno de sus ministros, un amigo de su Corazón, un continuador de su obra redentora, un colaborador suyo en la salvación de las almas.

Dios de esa manera alaba la educación cristiana que habéis dado a vuestros hijos y os pone como ejemplo a todo el pueblo como familia ejemplar y profundamente cristiana. De hecho, salvo raras excepciones, Dios escoge a muchachos buenos y moralmente sanos y puros, jóvenes que han sido bien guardados y santamente guiados.

La vocación de vuestro hijo significa la bendición de Dios sobre toda vuestra familia. Si el castigo suele recaer sobre toda la familia, también la bendición ha de tocar a toda ella. Y en la práctica vemos que es así. Preguntad a cualquier madre de sacerdote o religioso y os dirá que su familia está llena de la benevolencia de Dios, llena de gracias y alegría.

Os aseguran el ciento por uno en esta vida y además la vida eterna. No es únicamente vuestro hijo el que usufructuará esa promesa divina que se encuentra en el Santo Evangelio. Jesús de hecho dijo: “El que dejare padre, madre (y esto va para el hijo que deja el padre y la madre), hijo, hija (y esto va para vosotros), haberes, etc., tendrá el ciento por uno en esta tierra y después la vida eterna”. Así pues, vuestro hijo, con su fidelidad a su vocación, os procura la seguridad de que salvéis vuestra alma y de que Dios os bendiga en esta vida. Quiere decir, hacer feliz a vuestro hijo, ponerle en sitio seguro, donde su alma esté muy lejos de las tentaciones del mundo. Significa que siempre tendréis su gratitud, sus oraciones y su afecto, porque os considerará como los mejores artífices, después de Dios, de su felicidad.

Fuente: «LAS VOCACIONES. Encontrarlas, Examinarlas y Probarlas»
Del Padre Emvin Busuttil, S.I. Editado por Formación Católica

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1 comentario en “Lo que los padres deben y no deben hacer respecto de la vocación de sus hijos”

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