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Jacinta Marto, misterio de un alma santa

La aparición de Nuestra Señora, sus palabras, su delicadeza y ternura, así como la visión del infierno, sobrellenaron el corazón de Jacinta, pues a partir de este año, 1917, el pensamiento de esta pequeña niña jamás volvería a ser el mismo.
Jacinta Marto, misterio de un alma santa

La aparición de Nuestra Señora de Fátima, sus palabras, su delicadeza y ternura, así como la visión del infierno, sobrellenaron el corazón de Jacinta, pues a partir de este año, 1917, el pensamiento de esta pequeña niña jamás volvería a ser el mismo.

Por Luis Alfonso Márquez Salcido

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Jacinta Marto, nació el 11 de marzo de 1910, en Aljustrel, Fátima, Portugal. El buen Dios le había dotado de un carácter dulce y tierno, que le hacía al mismo tiempo, amable y atractiva. A su corta edad su Madre, Olimpia de Jesús, le confió el cuidado de las ovejas, junto con Francisco su hermano, quienes iban felices y contentos como si fuera una fiesta. Le agradaban los corderitos blancos, sentarse con ellos en brazos, abrazarlos, besarlos y por la noche traerlos a casa a cuestas.

Jacinta como sabemos, también vio a la Virgen en Fátima y escuchó sus palabras, durante las seis apariciones, que comenzaron el 13 de Mayo hasta el 13 de Octubre de 1917, fecha en que ocurrió el gran milagro, que María Santísima prometió a Lucia: «Quiero que vengáis aquí el 13 del mes que viene; que continuéis rezando el Santo Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario… En octubre… haré un milagro que todos han de ver para creer».

La aparición de Nuestra Señora, sus palabras, su delicadeza y ternura, así como la visión del infierno, sobrellenaron el corazón de Jacinta, pues a partir de este año, 1917, el pensamiento de esta pequeña niña jamás volvería a ser el mismo. Los últimos tres años de su vida, se rigen por un solo principio: MORTIFICACIÓN Y SACRIFICIO. Sufría tanto por ver cuántas almas van al infierno y cuán grande es el dolor de Nuestro Señor Jesucristo por los pecados con que le ofenden, que únicamente pensaba en ofrecer a Dios actos de reparación.

¡El infierno! ¡el infierno! ¡qué pena tengo de las almas que van al infierno! ¡y de las personas que, estando allí vivas, arden como leña en el fuego!

image 33 - Jacinta Marto, misterio de un alma santa

Jacinta no dejaba pasar ni una ocasión: demos nuestra comida a los pobres por la conversión de los pecadores, decía. Y corría a llevárselas.
-Jacinta, no comas eso, amarga mucho.
-Las como porque son amargas, para convertir a los pecadores.

En otra ocasión, Jacinta no se olvidaba de sus pecadores nunca:
-No las comamos -nos dijo- ofrezcamos este sacrificio por los pecadores.
Enseguida corrió a llevar las uvas a unos niños que jugaban en la calle.

Con frecuencia se sentaba en el suelo o en alguna piedra y pensativa, comenzaba a decir:
-¡El infierno! ¡el infierno! ¡qué pena tengo de las almas que van al infierno! ¡y de las personas que, estando allí vivas, arden como leña en el fuego!
Y, asustada, se ponía de rodillas y con las manos juntas rezaba las oraciones que nuestra Señora les había enseñado:

¡Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, socorred especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

Las personas mayores, que también la visitaban, mostraban admiración por su conducta, paciente sin la menor queja o exigencia… las personas venidas de lejos parecía sentir algo sobrenatural junto a ella.

Jacinta enfermó de neumonía al año siguiente, 1918. Sufrió con paciencia y sin exigencias por amor a Dios y la conversión de los pecadores; todo su dolor lo ofreció durante los dos años siguientes, siempre por este propósito. Murió el 20 de Febrero de 1920.

– «Nuestra Señora ha venido a vernos, ha dicho que vendrá pronto por Francisco para llevárselo al Cielo. A mí me preguntó si todavía quería convertir pecadores. Le dije que sí. Y me contestó que iría a un hospital y que allí sufriría mucho, por la conversión de los pecadores… voy a otro hospital, no volveré a verte, ni a mis padres; después de sufrir mucho, moriré sola; pero no tengo miedo: Ella me irá a buscar para llevarme al Cielo… haz sacrificio por los pecadores».

Después de tan impresionantes declaraciones de un alma que a su pequeña edad de nueve añitos, comprende el dolor inmenso que el hombre a través de sus actos causa a Dios (mentira, blasfemia, negación de la existencia de Dios, falta de amor a los padres, muertes, fornicación, perversión, aborto); no podemos más que conmovernos a llorar nuestros pecados; a inclinarnos ante la presencia de Jesús y su Madre implorando misericordia, pues si implorásemos justicia, seguro es que nos condenaríamos.

image 40 - Jacinta Marto, misterio de un alma santa

Misionera con fuego en el corazón

La gloria de Dios, la salvación de las almas, la importancia del Santo Padre y de los sacerdotes, la necesidad y el amor a los sacramentos, todo esto tuvo prioridad en su vida. Vivió los mensajes de Fátima para la salvación de las almas de todo el mundo, demostrando un gran espíritu misionero.

Jacinta tenía una profunda devoción que la llevó muy cerca del Inmaculado Corazón de María. Este amor la condujo siempre de manera profunda al Sagrado Corazón de Jesús. Jacinta asistía a Misa diaria con un gran deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Comunión en reparación por los pobres pecadores. Nada le atraía más que estar en la Presencia Real de Jesús Eucaristía. Ella decía con frecuencia: «Me encanta estar aquí. Tengo tanto que decirle a Jesús».

Con inmenso celo, Jacinta se separó de las cosas del mundo para centrar su atención en las cosas del cielo. Buscó el silencio y la soledad para estar en contemplación. «Amo tanto al Señor », le dijo a Lucy. «A veces siento como si tuviera fuego en el corazón, pero no me quema».

Años después, su prima Sor Lucia escribió de ella: Tengo la esperanza de que el Señor, para gloria de la Virgen, le concederá la aureola de la santidad (…) Es admirable cómo ella captó el espíritu de oración y sacrificio que la Virgen nos recomendó. Conservo de ella una gran estima de santidad.

Al despedirse de su prima le hizo estas recomendaciones: Ya falta poco para irme al Cielo. Tú quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Corazón Inmaculado de María, que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María que Dios la confió a Ella. Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro del pecho, que me está abrasando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María.

Jacinta, tú que supiste reparar el Corazón Inmaculado de María y que ahora vives en presencia de Dios y su Madre amada; así como de todos los Santos… acuérdate de interceder al Señor, por nuestras pobres almas. Jacinta, que cada día seamos más mortificados. ¡Rogad por nosotros!

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