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Transfiguración y Sufrimiento

(Marcos 9, 2-10) Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: «Éste es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo!»

II Domingo de Cuaresma – Ciclo B
Evangelio según san Marcos 9, 2-10

Y seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó solos, aparte, a un alto monte, y se transfiguró a su vista. Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús. Entonces, Pedro dijo a Jesús: «Rabí, es bueno que nos quedemos aquí. Hagamos, pues, aquí tres pabellones, uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías». Era que no sabía lo que decía, porque estaban sobrecogidos de temor. Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: «Éste es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo!». Y de repente, mirando todo alrededor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

Cuando bajaban del monte, les prohibió referir a nadie lo que habían visto, mientras el Hijo del hombre no hubiese resucitado de entre los muertos. Y conservaron lo acaecido dentro de sí, discurriendo «qué podría significar eso de resucitar de entre los muertos».

Esta homilía apareció por primera vez aquí el 28 de febrero de 2021
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