La Virgen que curó a Santa Teresita del Niño Jesús
Santa Teresita de Lisieux necesitaba un milagro para curar sus males y el mismo llegó de la mano de la Virgen de las Victorias, de la que era fiel devota.
Santa Teresita de Lisieux necesitaba un milagro para curar sus males y el mismo llegó de la mano de la Virgen de las Victorias, de la que era fiel devota.
En el caminito de la infancia espiritual, tal como lo vivió la santa de Lisieux, apenas hubo manifestación de fenómenos extraordinarios. Todo fue sencillo y normal, hasta el punto de que su heroica santidad pasó casi del todo desapercibida para las mismas religiosas que convivieron con ella.
Toda la vida de Teresa nos aparece como la plena realización de su vocación: «¡Mi vocación, es el Amor!». Tal es la vocación de todo ser humano a la santidad, es decir a la plenitud del Amor, amando con todo su Corazón a Dios y al prójimo.
Santa Teresita es un fenómeno espiritual extraordinario en la historia de la Iglesia por su profunda doctrina combinada con su gran sencillez.
El deseo de Peter Pan, el de la eterna infancia, no es otra cosa que un camino de santidad, como nos lo explica magistralmente Santa Teresa del Niño Jesús.
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