Hacer guardia por los hermanos
(Mateo 24, 42-51) «¡Feliz el servidor aquel, a quien su señor al venir hallare obrando así! En verdad, os digo, lo pondrá sobre toda su hacienda»
(Mateo 24, 42-51) «¡Feliz el servidor aquel, a quien su señor al venir hallare obrando así! En verdad, os digo, lo pondrá sobre toda su hacienda»
(Mateo 22, 1-14) «Las bodas están preparadas, mas los convidados no eran dignos. Id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a todos cuantos halléis, invitadlos a las bodas»
(Mateo 20, 1-6) «¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?»
(Mateo 19, 23-30) «[…] Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna»
(Mateo 13, 47-53) «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas»
(Mateo 13, 44-46) «También, el reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Mateo 13, 31-35) «Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo»
(Mateo 13, 44-52) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
(Mateo 13, 44-52) Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo».
(Mateo 13, 10-17) «[…] Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 13, 1-9) «[…] Otras cayeron sobre tierra buena, y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. ¡Quien tiene oídos, oiga!»
(Mateo 13, 24-30) «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó».
(Lucas 16, 1-8) «Y alabó el señor al inicuo mayordomo, porque había obrado sagazmente»
(Lucas 16, 19-31) «[…] Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’»
(Lucas 16, 1-13) El fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto.
(Lucas 15, 1-10) Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’.
(Lucas 12, 32-48) «[…] Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más»
(Lucas 12, 13-21) Y dirigiéndose a la multitud, dijo: «Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea»
(Lucas 6, 39-45) «Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto»
(Lucas 6, 39-42) ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo», tú que no ves la viga en el tuyo?
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