San Benito, Abad
(Mateo 10, 24-33) «A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos»
(Mateo 10, 24-33) «A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos»
(Mateo 9, 14-17) «Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura»
(Mateo 22, 34-40) «”Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu. Éste es el mayor y primer mandamiento”. El segundo le es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas»
(Lucas 10, 1-9) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos […]»
(Juan 10, 11-16) «Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis oveja»
(Mateo 5, 13-19) «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento. En verdad os digo, hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota, ni un ápice de la Ley pasará, sin que todo se haya cumplido»
(Juan 19, 25-27) Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». Después dijo al discípulo: «He ahí a tu madre». Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.
(Marcos 16, 15-20) «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado»
(Lucas 10, 1-9) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies […]»
(Mateo 23, 8-12) «El mayor entre vosotros sea servidor de todos. Quien se elevare, será abajado; y quien se abajare, será elevado»
(Mateo 13, 44-46) «El reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Marcos 16, 15-20) «Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado»
(Juan 17, 1b. 20-26) «Que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste»
(Lucas 6, 12-19) «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles»
(Juan 15, 1-8) «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada»
(Mateo 18,1-5) «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos»
(Lucas 7, 11-17) «El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre»
(Juan 17, 1. 20-26) «Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos, y Yo también esté en ellos»
A los 12 años de edad, el joven Maximiliano María Kolbe preguntó a la Santísima Virgen María que sería de su vida. En sueños la misma Inmaculada sin mancha, le ofreció dos coronas. La blanca que significaba la pureza y la roja el martirio. Él aceptó ambas. Su vida concluye como una ofrenda, pues se ofreció como víctima en el campo de concentración de Auschwitz para salvar a un padre de familia.
Esto te permitirá poder pagar más rápido la próxima vez, en el catastro te haremos unas preguntas de seguridad, los datos de tarjeta de crédito no son guardados en este sitio web, sino procesados en un ambiente seguro en Bancard.
Cargando.. aguarde unos segundos..