No matemos a los profetas
(Lucas 11, 47-54) «¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron!».
(Lucas 11, 47-54) «¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron!».
(Lucas 11, 37-41) «¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio»
(Lucas 11, 29-32) «Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás. Porque lo mismo que Jonás fué una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la generación esta»
(Lucas 11, 15-26) «Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios»
(Lucas 11, 1-4) Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino. Danos cada día nuestro pan supersubstancial”
(Lucas 9, 51-56) «Señor, ¿quieres que mandemos que el fuego caiga del cielo, y los consuma?»
(Mateo 21, 28-32) «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis»
(Lucas 9, 18-22) Un día que estaba orando a solas, hallándose con Él sus discípulos, les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen las gentes que soy Yo?”
(Lucas 9, 7-9) «El rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse»
(Lucas 9, 1-6) Habiendo llamado a los Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades. Y los envió a pregonar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.
(Lucas 8, 16-18) «Nada hay oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no deba ser conocido y sacado a luz»
(Lucas 8, 4-15) A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás (se les habla) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan»
(Lucas 8, 1-3) «En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce, y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades»
(Lucas 7, 31-35) «Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’»
(Lucas 7, 11-17) Al verla, el Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: «No llores»
(Lucas 6, 43-49) «¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, si no hacéis lo que Yo digo? Yo os mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone en práctica»
(Lucas 6, 6-11) «Os pregunto: ¿Es lícito, en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o dejarla perder?»
(Lucas 6, 1-5) «El Hijo del hombre es señor aun del sábado»
(Lucas 5, 33-39) «¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán»
(Lucas 5, 1-11) «Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes»
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