Fiesta de la Presentación del Señor
(Lucas 2, 22-40) «Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor»
(Lucas 2, 22-40) «Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor»
(Mateo 2, 13-18) «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás, hasta que yo te avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo»
(Mateo 10, 17-22) «Porque no sois vosotros los que habláis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien, habla en vosotros»
(Lucas 1, 39-48) «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?»
(16, 15-20) «Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban»
(Juan 2, 13-22) «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre»
(Mateo 9, 9-13) «No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores»
(Juan 3, 13-17) «En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna»
(Mateo 1, 18-23) «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros»
(Juan 1, 45-51) «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel»
(Juan 12, 24-26) «El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre»
(Mateo 20, 20-28) «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado»
(Juan 20, 1-2. 11-18) «Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?»
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.»
(Juan 1, 47-51) «En verdad, en verdad os digo: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre»
(Marcos 9, 2-10) Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús.
(Juan 19, 25-27) Después dijo al discípulo: «He ahí a tu madre». Y desde este momento el discípulo la recibió consigo
(Juan 15, 9-17) «Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer»
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