¡Con cuánta frivolidad toma el hombre en sus labios el santo nombre de Dios! ¡Aun el creyente! ¡Aun el que nunca blasfema! ¡Cuántas veces abusa del nombre de Dios aun el hombre que por nada del mundo proferiría una blasfemia!
Autor: Mons. Tihamer Toth
Tihamér Tóth (Szolnok, 14 de enero 1889 – Budapest, 05 de mayo 1939) fue obispo de Veszprém, Hungría. Se destacó como predicador y su dedicación a la pastoral de jóvenes y estudiantes.
Porque la conquista de todas las naciones, de todos los hombres, va implícita en la súplica del Padrenuestro: «Venga a nosotros tu reino». Esta petición se hará práctica si alentamos en nuestro corazón la causa de las misiones y si laboramos por ellas.
«¡Oh, Jesús! ¡Cuánto te ha costado ser Jesús!» —exclama San Bernardo. ¡Con cuánta mayor razón se ha de respetar el santo nombre de Jesús!
Dios levantó la voz. Y se cargó el cielo de nube, y el diluvio barrió montañas, hombres, animales, fortuna, vida, pecado, todo...
Han dejado que Cristo moldease su alma de tal manera que ha salido una obra maestra.
En cualquier parte del mundo donde está presente la Iglesia católica, la imagen de la Virgen María Inmaculada, irradia consuelo y confianza a todos sus hijos. Todos los católicos la honran por ser la Madre de Dios y de la Iglesia, y a ella le dirigen el rezo del Santo Rosario y, tres veces al día, la oración del Ángelus. ¡Canciones, estatuas imágenes, santuarios marianos, son la expresión del riquísimo culto a María!
La superstición es la deformación del sentimiento religioso, que ofende, por tanto, a Dios, una caricatura del culto religioso. Hemos visto en el primer Mandamiento que Dios quiere que le alabemos y adoremos, que le demos gracias, y que hagamos Su voluntad, llevando una vida religiosa y honrada. Pero ¿y si alguno quiere vivir sin tener en cuenta para nada la religión? ¿O si cree posible ahogar en su pecho el deseo del alma que quiere volar hacia...
Soy cristiano, soy católico. ¿Sabes lo que significa esto? Significa que el nombre de Dios está esculpido en mi alma y yo he de procurar honrarlo y respetarlo.
¿Por qué no hacen oración? La excusa más frecuente: «No tengo tiempo.» En principio —alegan— no tengo nada contra la oración; si paso por delante de una iglesia, entro en ella unos minutos... Pero no me pida usted que dedique un tiempo para la oración todos los días, con puntualidad y constancia, por la mañana y por la noche. Con mi agitada vida, esto es imposible.
¿Qué entendemos por «Realeza de Cristo»? ¿Cuáles son los derechos de Cristo a la realeza? Cristo es nuestro Rey, porque es nuestro Redentor y nuestro Dios. Como Redentor, compró sus derechos sobre nosotros a muy alto precio. «Fuisteis rescatados..., no con algo caduco, oro o plata..., sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero inmaculado y sin tacha»
«Yo soy el Señor Dios tuyo», se desprende que yo soy criatura suya. ¡Y qué pequeño soy ante Dios! La oración, el diálogo con mi Creador, es para mí un deber y una necesidad, un honor y un privilegio.
No hemos de adorar a los ídolos, sino al Dios verdadero. Cumplamos de verdad el primer Mandamiento de su santa Ley: Yo soy el Señor Dios tuyo.
¿Sabéis quién ama de veras a Dios? El que, llamado por Dios en cualquier momento del día, en medio de cualquier ocupación, está preparado.
Cómo entender eso que llamamos carácter y que debemos formar en el joven.
Al principio de la Historia, al hombre se le subió a la cabeza el orgullo y la jactancia, quiso construir una torre gigantesca, que desafiase al mismo cielo. A nuestra sociedad le ocurre exactamente lo mismo, al querer construir el edificio de la civilización humana prescindiendo de Dios en búsqueda de la Felicidad.
Soy cristiano, soy católico. ¿Sabes lo que significa esto? Significa que el nombre de Dios está esculpido en mi alma y yo he de procurar honrarlo y respetarlo.
¡Acuérdate de santificar el día del Señor! El Descanso Dominical, un día dedicado a Dios.
Si consideramos que la Santa Misa es la renovación incruenta del sacrificio de la cruz, comprenderemos sin esfuerzo por qué la Iglesia obliga a sus fieles a participar de la misa entera todos los domingos y días festivos.
La infracción de la Ley de Dios, el pecado, es el mayor mal del mundo; así lo enseña la Iglesia. Y por esto nos repite de continuo esta divisa: antes morir que pecar.
«Si quieres», puedes alcanzar la vida eterna. ¿Puedo no quererlo? ¿Puedo pasar la vida mortal sin acordarme de la vida eterna?