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(Mateo 16, 13-19) «Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo»
(Lucas 15, 1-10) «Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente»
(Juan 2, 13-22) «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre»
(Lucas 14, 25-33) «Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío»
(Lucas 14, 1a. 15-24) «Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete»
Debido a los pensamientos erróneos de los hermanos separados se debe explicar este dogma con mucha caridad y con un lenguaje de fácil entendimiento.
(Lucas 14, 12-14) «Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos»
(Mateo 23, 1-12) «El mayor entre vosotros sea servidor de todos. Quien se elevare, será abajado; y quien se abajare, será elevado»
(Juan 10, 11-16) «El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas»
(Lucas 14, 1-6) «¿Quién hay de vosotros, que viendo a su hijo o su buey caído en un pozo, no lo saque pronto de allí, aun en día de sábado?»
(Lucas 13, 31-35) «Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’»
(Juan 6, 37-40) «La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día»
Como pilares de la vida cristiana, las Bienaventuranzas nos recuerdan, como cristianos caminantes, que es nuestro deber en la tierra ayudarnos unos a otros a sentirnos como en casa siendo pobres, mansos, puros y misericordiosos: todo lo que las Bienaventuranzas nos piden. Formamos una sociedad donde se esperan estas virtudes, incluso se dan por sentadas, y donde «reinan supremamente la entrega, la fidelidad, la amistad y la alegría», aunque sea de manera imperfecta. 
(Lucas 13, 22-30) Díjole uno: «Señor, ¿los que se salvan serán pocos?» Respondióles: «Pelead para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de entrar y no podrán [...]».
(Mateo 5, 1-12) «Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos»
(Lucas 13, 18-21) «¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré compararlo?. Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue a sembrar en su huerta»
(Lucas 13, 10-17) Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, queda libre de tu enfermedad». Y puso sobre ella sus manos, y al punto se enderezó y se puso a glorificar a Dios.
(Mateo 22, 34-40) «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?»
(Lucas 13, 1-9) «Mira, tres años hace que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Por qué ha de inutilizar la tierra?»
(Mateo 22, 34-40) «Le propuso esta cuestión para tentarlo: "Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?" Respondió Él: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu". Éste es el mayor y primer Mandamiento».
CONTENIDO EXCLUSIVO PARA MIEMBROS.
(Lucas 12, 54-59) Y eso sucede. Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?
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