Compendio, números 202 a 217
Introducción
El hombre moderno, ¿espera aún la vida eterna, o considera que pertenece a una mitología ya superada? Ante el enigma de la muerte muchos desean y esperan volver a encontrarse en el más allá con sus seres queridos. Otros, un juicio final que restablezca la justicia. ¿Se es consciente de la novedad radical de la vida eterna según la fe cristiana? Para los cristianos “vida eterna” es una vida inmersa en el amor de Dios, que libra del mal y de la muerte, y en comunión con todos los que participan del mismo Amor.
«Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos un Salvador: Jesucristo el Señor. Él transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter todas las cosas».
Flp 3, 20-21
Exposición de la fe
1. La resurrección de la carne
Creemos en la resurrección de la carne. El credo usa la palabra “carne” para destacar la realidad de la resurrección, que no es sólo algo espiritual.
(Leer nn. 202 y 203).
Cristo nos ha abierto, con su muerte y resurrección, un camino de vida que no tiene fin. Si nos unimos a Él, resucitaremos con Él para una vida eterna.
(Leer n. 204).
La tradición cristiana mantiene que en el hombre hay un núcleo espiritual, el alma, donde brilla la imagen de Dios. El hombre es una unidad de alma y cuerpo. Pero en la muerte, se separan.
(Leer n. 205).
Para resucitar con Cristo, hay que morir con Cristo. “Si con Él morimos, viviremos con Él; si con Él sufrimos, reinaremos con Él”.
(Leer n 206).
2. El cielo, el infierno, el purgatorio
Luego de la muerte el alma se presenta al juicio particular, que es de retribución inmediata del alma inmortal. Esta retribución consiste en el acceso al cielo, luego de una adecuada purificación, o la condenación eterna al infierno.
(Leer nn. 207 y 208).
El Cielo es para los que se han unido a Cristo y no tienen mancha de pecado. Es el estado de felicidad suprema y definitiva.
(Leer nn. 209 y el recuadro).
El purgatorio es la posibilidad de purificarse. Cuando no se ha muerto plenamente unido a Cristo, Dios purifica las manchas del pecado. Podemos ayudar y acompañar a quienes están en ese estado, con nuestras oraciones.
(Leer nn. 210 a 211).
Dios, que no fuerza la libertad de los hombres, quiere que nos unamos a Él libremente. Quien ha rechazado a Dios en ejercicio de su libertad con sus pecados, queda fuera de la vida eterna. Separarse de Dios es la muerte y la angustia eternas.
(Leer nn. 212 a 213).
3. El juicio final
En la segunda venida del Señor, Parusía, Él vendrá a “juzgar a vivos y muertos”. Entonces, tendrá lugar la resurrección de los cuerpos y el juicio final.
Cada uno es juzgado inmediatamente después de su muerte, pero además habrá un juicio público de toda la historia humana, de todo lo que ha pasado. Servirá para hacer justicia.
(Leer nn 214 y 215).
4. El «amén» final del Credo
Terminada la exposición sobre el Credo, que finaliza con la vida eterna, viene el Amén final. Es como un gran acto de aceptación de todo lo que contiene el Credo, que recoge y confirma su primera palabra: “Creo”.
(Leer n. 217).
Para profundizar
- Leer el capítulo 21 del Apocalipsis.
- Cada día podemos purificarnos del pecado y unirnos a Cristo. Además, cada semana o cada mes podemos pedir perdón por nuestros pecados en el sacramento de la Penitencia.
Hablar con Dios
Del Apéndice oracional, rezar los Actos de Esperanza.
«A todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplar como tú eres, Dios nuestro, seremos semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas».
Plegaria Eucarística III.
Preguntas
- ¿Qué creemos al hablar de la resurrección de la carne?
- ¿Qué son el juicio final y el juicio particular?
- ¿En qué consiste el cielo?
- ¿Para qué hay un purgatorio?
- ¿En qué consiste el infierno?
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